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La nobleza de la Vid: 4 variedades que conquistaron el mundo

Las distintas cepas revelan sabores, aromas y paisajes únicos en cada copa. En este recorrido se presentan los tipos de uvas más emblemáticas del mundo, sus matices e historias, como una invitación a agudizar la apreciación y sensibilidad para disfrutar del vino con nuevos ojos y sentidos.

POR José Luis Umaña Saldaña

A lo largo de la historia, la vid ha ocupado un lugar privilegiado en las culturas del mundo por su valor agrícola, simbólico y enológico. Aunque existen diversas especies dentro del género Vitis, la que se utiliza principalmente para la elaboración de vino es la Vitis vinifera, originaria de Europa y Asia occidental. Esta especie se distingue por su capacidad para producir uvas con un equilibrio ideal entre azúcar, acidez, taninos (en el caso de las uvas tintas) y compuestos aromáticos, lo que la convierte en la más adecuada para la vinificación de alta calidad.

Dentro del vasto universo de la Vitis vinifera se cultivan miles de variedades, pero solo algunas han alcanzado el estatus de nobles debido a su capacidad de elaborar vinos con gran complejidad, expresión y longevidad. Estas uvas destacan por su reconocimiento internacional y también por su habilidad para adaptarse a diferentes condiciones geográficas y climáticas, conservando su identidad varietal y mostrando con fidelidad las características del entorno donde se cultivan. Esto último es a lo que, cuando lo catamos, llamamos un vino franco o con tipicidad.

Entre todas las variedades cultivadas en el mundo, cuatro se destacan por encima del resto, tanto por su superficie plantada como por su prestigio entre enólogos, sommeliers y amantes del vino: Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Pinot Noir.

Estas uvas representan una parte esencial del patrimonio vinícola internacional, y cada una ofrece una historia, un perfil sensorial y un rango de expresión que las hacen imprescindibles para todo amante del vino.

Merlot: Suavidad y accesibilidad


También originaria de Burdeos, la Merlot es una variedad que a menudo se cultiva junto a la Cabernet Sauvignon, especialmente en la margen derecha del río Garona. A diferencia de su par más estructurada, la Merlot es conocida por su suavidad, madurez temprana y textura aterciopelada. Es una uva que da vinos redondos, con taninos sedosos y un carácter afrutado y amigable.

Los aromas predominantes incluyen cereza negra, ciruela, chocolate y hierbas secas. En climas fríos muestra una acidez más marcada y un perfil más herbal; en regiones más cálidas, como California o Argentina, se expresa con mayor riqueza aromática a fruta madura. Esta versatilidad ha contribuido a su popularidad tanto en ensamblajes como en vinos monovarietales.

Vale la pena mencionar el fenómeno mercadológico que esta uva sufrió hace un par de décadas tras el estreno de la película Sideways, en 2004. En una escena, el personaje principal expresa su desprecio por esta variedad, lo que impactó de manera inesperada el mercado: las ventas de Merlot disminuyeron en Estados Unidos, mientras que la demanda por Pinot Noir —la uva preferida del protagonista— se disparó. Esto se conoció como el fenómeno Merlot y causó gran polémica en su momento. Hoy la Merlot ha recuperado su importancia en el mundo del vino.

Chardonnay: Elegancia y expresión del terroir


Si hablamos de uvas blancas nobles, la reina indiscutible es la Chardonnay. Originaria de la región de Borgoña, esta variedad se ha plantado en prácticamente todos los rincones vitivinícolas del mundo. Lo que la distingue es su extraordinaria capacidad para reflejar el terroir (combinación de factores como el clima, el suelo, la altitud, la técnica de vinificación y, sobre todo, la mano del hombre) y adaptarse a distintos estilos de vinificación.

Desde los blancos minerales y ricos de Chablis hasta los vinos cremosos y con cuerpo del Valle de Napa, pasando por los grandes espumosos de Champagne y los blancos con crianza en barrica de Australia o México, el rango expresivo de la Chardonnay es asombroso. Su perfil aromático incluye manzana verde, cítricos, flores blancas, mantequilla y frutos tropicales, según el origen y el estilo de elaboración.

Pinot Noir: Elegancia y sutileza


Originaria de Borgoña, la Pinot Noir es una de las uvas tintas más apreciadas por su complejidad aromática y su delicada estructura. Famosa por su elegancia, acidez firme y taninos suaves, ha conquistado a viticultores de todo el mundo, encontrando en regiones como Oregón, California y Nueva Zelanda terroirs ideales para su expresión.

Sus vinos revelan aromas de cereza roja, frambuesa, pétalos de rosa, hojas secas y, con la crianza, notas de hongos y cuero. En el Viejo Mundo suele vinificarse con un enfoque más austero y mineral, mientras que en el Nuevo Mundo se apuesta por versiones más frutales, sedosas y expresivas.

Sensible al clima y al manejo en viñedo, la Pinot Noir exige precisión y paciencia, pero cuando se cultiva con maestría, da origen a vinos de una profundidad y refinamiento incomparables. No es casualidad que el vino más caro del mundo, el mítico Romanée-Conti, esté elaborado exclusivamente con esta uva.

En Baja California, la Vinícola El Cielo está apostando por esta cepa tanto en vinos tintos como en espumosos, a partir de uvas cultivadas en el Valle de San Jacinto. Los resultados han sido sorprendentes, logrando una expresión aromática y frescura que consolidan el potencial de esta variedad en el norte de México.

Cabernet Sauvignon: Estructura y longevidad


Originaria de la región de Burdeos, Francia, la Cabernet Sauvignon es probablemente la uva tinta más famosa y extendida del planeta. Es producto del cruce natural entre Cabernet Franc y Sauvignon Blanc, y posee características que la hacen ideal para producir vinos de guarda (aquellos que mejoran su calidad y complejidad a medida que envejecen en la botella). Su piel gruesa y rica en taninos le permite generar productos con gran cuerpo, color intenso y un notable potencial de envejecimiento.

En nariz, esta variedad suele ofrecer aromas de frutas negras como ciruelas y moras, así como notas herbáceas, especiadas y, en muchos casos, matices de pimiento verde o grafito. Con la crianza en barrica, se desarrollan notas de tabaco, cedro y vainilla.

Desde el Médoc en Burdeos hasta el Valle de Napa, pasando por Chile, Australia y México, la Cabernet Sauvignon ha demostrado su capacidad de adaptación, ofreciendo estilos que van desde lo clásico y elegante hasta lo intenso y moderno.

Conclusión: Un mismo nombre, mil rostros


Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Pinot Noir se cultivan en todo el mundo y sus nombres son ampliamente reconocidos, pero no existe un solo vino que las defina. Cada uno, incluso dentro de la misma cepa, refleja un carácter único determinado por su terroir, en un diálogo constante entre naturaleza y tradición.

Su nobleza no radica solo en la calidad o el prestigio, sino en su capacidad de contar historias distintas en cada botella, invitándonos a explorar el mundo desde una copa.

José Luis Umaña Saldaña

Vicepresidente de la Asociación de Sommeliers Mexicanos, A.C.
Asesora centros de consumo e imparte catas de vinos, destilados y cervezas.
Es embajador de marcas de prestigio de vinos y destilados nacionales e internacionales.

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