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El precio del vino: pagar más no equivale a beber mejor

POR José Luis Umaña Saldaña

Cuando se trata de vino, existe la creencia de que un precio elevado es sinónimo de mayor calidad. No obstante, esta percepción no siempre es correcta. El clima, los costos y la escala de la producción, así como los impuestos, influyen en el importe final, sin que esto refleje su calidad

Indudablemente, el precio es uno de los aspectos que muchas veces se consideran al momento de elegir o comprar un vino. Sin embargo, no siempre hay claridad sobre a qué obedece este costo. Además de que es interesante entender un poco más sobre los diferentes aspectos que influyen en los precios que cada marca establece en sus botellas, esto puede contribuir a deshacerse de posibles prejuicios que impactan de manera errónea en cada elección. Teniendo en cuenta que el costo de un vino no solo depende de sus aromas o de su proceso de elaboración, sino también de otros factores externos que pueden encarecerlo. A continuación, explicaremos algunas de las principales razones detrás de los precios del vino. Y por qué pagar más no siempre significa beber mejor.

Condiciones climáticas desafiantes 

La producción del vino depende, en gran medida, del clima y del suelo de la región donde se cultivan las uvas. Existen zonas del mundo donde las condiciones son óptimas para la producción vinícola, como: Burdeos, en Francia; o La Rioja, en España. No obstante, en otras regiones, la naturaleza presenta desafíos que incrementan los costos de producción. Por ejemplo, en lugares con climas extremos, como viñedos situados en zonas desérticas o de gran altitud, se requiere un mayor esfuerzo para garantizar una producción adecuada. El riego constante, la protección contra heladas o sequías y el control de plagas pueden hacer que los costos se disparen. Esto se traduce en un precio final más alto para el consumidor. 

Producción a gran escala vs. producción artesanal 

Las grandes bodegas tienen la capacidad de producir millones de botellas al año, lo que les permite reducir costos a través de economías de escala. Estas bodegas pueden automatizar procesos, comprar insumos en grandes volúmenes y distribuir su producto en escala mundial con precios más bajos. 

En contraste, los pequeños productores o las bodegas boutique suelen elaborar sus vinos con un enfoque más artesanal. Esto implica menor producción, más trabajo manual y mayor atención al detalle en cada botella, lo que eleva su precio. Sin embargo, esto no significa que un vino artesanal sea necesariamente mejor que uno producido a gran escala. La calidad del vino depende de múltiples factores, y en ocasiones, los vinos de producción masiva pueden ofrecer una excelente relación calidad-precio.

Grandes barricas de roble antiguo en una bodega de Saint-Émilion, Burdeos, Francia.

Costos elevados de producción

El costo de producción de un vino va más allá del cultivo de la uva. Incluye la compra de barricas de roble —que pueden costar más de mil dólares cada una—, el embotellado, etiquetado, la distribución y comercialización. Además, algunos vinos requieren largos periodos de envejecimiento antes de salir al mercado, lo que significa que los productores deben esperar años para recuperar su inversión. 

El caso particular de México 

México es un país con una creciente industria vinícola, reconocida internacionalmente por la calidad de sus vinos. Sin embargo, los vinos mexicanos suelen tener precios más altos, en comparación con vinos importados de países con mayor tradición vinícola. ¿Por qué sucede esto? 

Uno de los principales factores que encarece el vino en México es la carga fiscal. Los vinos mexicanos deben pagar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), que es del 26.5 por ciento, además del Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 16 por ciento. 

Estos impuestos aumentan significativamente el costo del vino nacional, en comparación con los vinos importados, que en ocasiones pueden llegar al país con aranceles más bajos debido a los tratados de libre comercio.

Enfoque en vinos premium

Por otro lado, muchas bodegas mexicanas han optado por producir vinos de alta calidad en lugar de competir en el segmento de vinos económicos. Esto se debe, en parte, a las condiciones climáticas y al costo de producción en México, que hace difícil competir en precio con países como Chile o Argentina. Este enfoque premium ha llevado a que los vinos mexicanos sean reconocidos por su calidad, pero también ha generado la percepción de que el vino mexicano es caro. A pesar de ello, existen opciones accesibles que ofrecen una excelente relación calidad-precio. 

Variedad y buenas opciones en la cava nacional 

El precio del vino no siempre es un reflejo directo de su calidad. Existen vinos accesibles que pueden ofrecer una gran experiencia, así como vinos costosos, cuyo precio se debe más a factores externos que a sus aromas o complejidad en sí mismos. 

En el caso de México, los altos impuestos y el enfoque en vinos premium han elevado los montos del vino nacional, pero eso no significa que no haya opciones con buena relación calidad-precio. Por otro lado, la diferencia de precio entre tiendas y restaurantes responde a costos operativos y al servicio que se ofrece en un establecimiento. 

Al final, la mejor manera de elegir un vino no es guiándose únicamente por su precio, sino por el gusto personal, la ocasión y la curiosidad por probar diferentes opciones. Porque el mejor vino no siempre es el más caro, sino el que más disfrutas.

JOSÉ LUIS UMAÑA SALDAÑA

Vicepresidente de la Asociación de Sommeliers Mexicanos, A.C. Asesora centros de consumo e imparte catas de vinos, destilados y cervezas. Es embajador de marcas de prestigio de vinos y destilados nacionales e internacionales.

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