Xpert Pharma

De la prevención al tratamiento con Vitamina D: más allá de los huesos, más cerca de la salud integral

Actualmente, esta hormona se posiciona como un agente terapéutico con implicaciones clínicas relevantes en inmunología, endocrinología y enfermedades crónicas. Su suplementación se ha convertido en una herramienta estratégica dentro de la práctica médica.

POR Redacción Xpert Pharma con información de Adium

La vitamina D tiene una extensa función en la salud, y no solo en lo relacionado con el metabolismo óseo, sino también en lo referente al sistema cardiovascular, el desarrollo neurológico, la inmunomodulación y la regulación del crecimiento celular. Se estima que influye en más de 900 genes (alrededor del 10 por ciento del genoma humano), de los cuales estimula al 80 por ciento, mientras que el resto son inhibidos.

La vitamina D es un secoesteroide y una hormona cuya fuente principal (90 por ciento) es la producción endógena en la piel, bajo la estimulación de la radiación ultravioleta B (290 a 330 nm) mediante una vía no enzimática. Además, las vitaminas D2 (ergocalciferol) y D3 (colecalciferol) se obtienen de la alimentación (10 por ciento), a partir de algunos pescados grasos, fuentes vegetales o alimentos enriquecidos (lácteos, jugos), aunque en baja proporción.

Sea cual sea el origen de la vitamina D circulante (alimentario, cutáneo o farmacológico), esta se hidroxila en posición 25 durante su paso por el hígado. La 25-hidroxivitamina D, 25(OH)D o calcidiol, es el sustrato de la 1-alfa hidroxilasa, enzima normalmente operante en el parénquima renal, que lo convierte en 1-alfa 25-dihidroxivitamina D, o calcitriol, su metabolito activo.

Nuevos horizontes terapéuticos en enfermedades crónicas


En los últimos años, se ha reportado la asociación de distintas afecciones con el déficit de vitamina D. Entre ellas se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo 2, distintos tipos de cáncer (especialmente de mama y de colon), esquizofrenia, depresión, asma, enfermedades autoinmunes (como diabetes mellitus tipo 1, artritis reumatoide y lupus), infecciones, esclerosis múltiple y enfermedad de Parkinson, entre otras.

Algunos estudios han demostrado que las personas con niveles más bajos de vitamina D (con un seguimiento por años) tienden a desarrollar estas enfermedades con mayor frecuencia en comparación con quienes presentan niveles más altos. Por ello, se especula que niveles elevados de vitamina D podrían prevenir dichas enfermedades. Esta relación se ha observado en patologías como el cáncer de colon, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, insulinorresistencia y diabetes mellitus tipo 2.

Bases para la prescripción médica

Una forma sencilla de conocer los niveles de vitamina D es mediante la medición de 25(OH)D en sangre, lo que nos brinda un punto de partida para tratar a los pacientes. Los valores de referencia son:

Niveles séricos normales: superiores a 30 ng/ml

Se consideran insuficientes entre 20 y 29 ng/ml

Deficientes entre 10 y 19 ng/ml

Hay deficiencia severa por debajo de 10 ng/ml

Para obtener los beneficios esqueléticos y extraesqueléticos asociados a los niveles adecuados de vitamina D, se recomienda un esquema de suplementación en dos etapas cuando los niveles están
por debajo de 30 ng/ml:

Etapa de corrección del déficit: administración de dosis de carga de vitamina D durante un periodo limitado

Etapa de mantenimiento: dosis administradas con el objetivo de mantener la concentración sérica en el rango óptimo

Históricamente, la actividad biológica de los compuestos de vitamina D se evaluaba en función de su potencia antirraquítica, y una unidad internacional (UI) se definía como la potencia biológica mínima para prevenir el raquitismo en ratas. Esta medida se estableció a partir de 0.025 μg de colecalciferol, elegido como el compuesto de vitamina D de referencia para cuantificar dicha potencia biológica. La forma más fisiológica de vitamina D es, sin duda, el colecalciferol.

La mejor opción de vitamina D

Desde hace cinco años, en nuestro país se cuenta con una alternativa de colecalciferol de 100,000 UI, que ha demostrado ser segura, eficaz y costo-efectiva. Tras su administración, los niveles de vitamina D aumentan rápidamente, alcanzando una concentración promedio de 42.0 ng/ml al séptimo día. Posteriormente, la concentración media de vitamina D desciende progresivamente, situándose por debajo de 32.1 ng/ml hasta los 84 días.

Las dosis para corregir el déficit serán de 100,000 UI cada 15-30 días, hasta alcanzar niveles adecuados, lo que generalmente ocurre en un lapso cercano de dos a tres meses. Se sugiere controlar los niveles alcanzados a los tres meses, por la variedad de respuesta de cada persona.

Para mantener un nivel sérico de 25(OH)D superior a 30 ng/ml, puede administrarse una dosis de 100,000 UI cada uno, dos o tres meses, dependiendo de la preferencia del paciente y de lo que indiquen los análisis durante el seguimiento. Es una opción cómoda y segura.

Los profesionales de la salud son, al mismo tiempo, partícipes y artífices de este nuevo capítulo en la historia de la vitamina D, en el que, sin lugar a dudas, los principales beneficiados serán los pacientes.

Scroll al inicio